Plantas Medicinales Amazónicas: seres de sanación y conexión

Posted by Alianza Ceibo
20/06/2024 | Prácticas Propias

Las selvas de la Amazonía están llenas de seres únicos: animales, insectos, árboles y plantas de todo tipo. Para las comunidades indígenas que la habitan, algunos de los seres más preciados son las plantas medicinales. Ellas no solo ayudan a aliviar las enfermedades físicas de su gente, sino que también proveen los portales para conectar con sus ancestros. 

Desde la mi’a, una frutilla selvática utilizada para tratar lesiones y heridas abiertas, pasando por la añaëko, una yuquilla cuyas raíces se usan para sanar las mordeduras de serpientes, hasta la huatiduri, una semilla usada para combatir la influencia de espíritus malignos sobre el cuerpo, el piso de la selva amazónica está lleno de remedios y hierbas dotadas de propiedades reparativas. 

Muchos jóvenes indígenas han crecido sin acceso al conocimiento de plantas medicinales que tienen sus mayores, ya sea porque sus padres no les transmitieron las historias o porque en su momento fueron disuadidos por una cultura occidental dominante que no valora ni visibiliza las formas de conocimiento indígenas.

Pero con las generaciones de ancianos que van falleciendo, jóvenes líderes y artistas indígenas están reconociendo su responsabilidad de proteger el conocimiento de sus ancestros, para poder transmitir sus historias a generaciones futuras y mantener viva su cultura, pues sus tradiciones están siendo pisoteadas por las culturas occidentales y sin un esfuerzo colectivo, esta memoria poco a poco se seguirá perdiendo. 

Por eso en este reportaje hemos incluido narraciones en fotografía y audio de jóvenes indígenas contadoras de historias que buscan comunicar la importancia de las plantas medicinales a sus propias comunidades y al mundo, para transmitir los entendimientos ancestrales de estas plantas y que el conocimiento trascienda hacia futuro.

Los ancianos han dejado una cultura medicinal maravillosa y ahora, con este trabajo artístico, este grupo de comunicadoras quiere continuarla. 


Historia por: Aneth Lusitande y Daris Payaguaje 

Cuando me enfermaba o tenía alguna cortadura, mi padre usaba plantas medicinales.

Desde niña, mi padre me compartió sus conocimientos sobre la medicina ancestral.
Junto con Daris, viajamos hasta la comunidad San Pablo de Katë’tsiaya para que mi padre compartiera la preparación y el uso de la planta ancestral Mi’a, cómo la llamamos en el idioma Paikoka.

Mi padre, Nicolás Lusitande Piaguaje, nos contó que la preparación de esta medicina se utiliza para curar cortes o heridas, como también para tratar la leishmaniasis (una infección causada por un parásito en la piel).

Esta medicina se puede preparar de dos maneras: una es raspando el tallo y exprimiendo en el corte o herida para así parar el sangrado. En la segunda preparación, se cocina el líquido exprimido y se deja espesar para luego aplicarlo en las heridas.

Mi padre nos contó que se siente orgulloso y empoderado de tener estos conocimientos, pero está preocupado ya que esta sabiduría ancestral está desapareciendo. “Creo que esto muere aquí porque nuestros hijos no quieren aprender”, le dijo a Daris.

Nos recordó lo importante que es cuidar nuestra selva, en donde podemos encontrar medicina, y que no dejemos morir esta sabiduría que nos dejaron nuestros ancestros.

Frutilla selvática - Mi’a

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Historia por: Judy Payaguaje 

Para visitar a mis padres en la comunidad Waiya, viajé en bus desde Lago Agrio por tres horas, luego en moto y finalmente en canoa. Miguel Payaguaje, mi padre, es un sabio de esta comunidad de la Nación Siekopai. Esta vez lo visité para que me contara sobre la planta medicinal ancestral aña ëko, como lo llamamos en Paikoka. La medicina aña ëko sirve para curar la mordedura de culebra.

Me contó que esta medicina la encontraron los sabios y las sabias. Para hacer una demostración, mi papá fue en busca de la planta con la ayuda de mi mamá, Erodia Payaguaje. Primero sacaron las raíces y las lavaron. Después las machacaron y mezclaron con un poco de agua. Después la exprimieron.

Mi padre me dijo que primero se debe tomar tres bocados de aña ëko. Después hay que sobar la herida con las raíces machacadas para cortar el sangrado. Así el veneno disminuye, bajando el dolor y la hinchazón. Hay que reposar durante tres días para recuperarse completamente.

Después de compartir este momento con mis padres, les agradecí y subí nuevamente a la canoa, rumbo a la ciudad. 

Yuquilla - Aña Ëko

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Historia por: Morelia Mendúa, Tamara Alvarado, Magdalena Quenamá

Armamos viaje a la comunidad Kofán Avie para visitar al taita Isidro Lucitante. Queríamos que nos contara sobre la ortiga, ankhu’si como decimos en idioma A’ingae.

«Es nuestro orientador”, nos dijo el taita Isidro, nosotros los kofanes siempre hemos utilizado la ortiga para aliviar dolores del cuerpo, cabeza y hasta para el estrés.

En las noches de ceremonia de yagé, la utilizan cuando alguien tiene malas visiones. También se usa cuando no se conectan con la visión del yagé.

“Cuando no obedecíamos, nuestros abuelos nos llamaba uno por uno y empezaban a ortigar. Ortigaban y ortigaban hasta que se caían todas las hojas”. Cuenta Isidro que después de eso, no volvían a faltar al respeto a los mayores.

Después de la ortigada, el cuerpo se volvía más ágil y los mantenía alegres. 

Después de la charla, el taita sopló la ortiga con tabaco y aplicó a su hijo que tenía dolor de cuerpo. Le mandó a concluir la curación con un gran chapuzón en el río San Miguel. 

Ortiga - Ankhu’si

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Historia por: Milena Piaguaje 

Para nosotras, las mujeres Siekopai, la menstruación debe durar un máximo de 4 a 5 días. La flor “palo de rosa” o aña pë’kë majoro, como la llamamos en nuestro idioma, nos ayuda a aliviar los cólicos y también a reducir los días del periodo.

Por otro lado, esta flor puede ser muy peligrosa, ya que puede dejar a una mujer estéril si se consume en una dosis alta y en los días en que no esté menstruando.

Este conocimiento ancestral me lo transmitió mi madre. 

La semana pasada, fuimos en busca de la planta con mi madre en nuestra chacra, en la comunidad Siekoya Remolino. Prendimos una fogata para preparar la medicina. Cuando hirvió el agua, mi mamá colocó una flor en la olla. Después de unos minutos, la apartó del fuego y me dio una taza para que tomara. En ese momento, llegaron mi hermana y mi hermano del colegio. Como ellos no conocían esta planta, mi madre les explicó para qué servía. Me sentí muy feliz porque mi familia me estaba acompañando y para mis hermanos era un nuevo saber.

Cuando tomo el té de esta flor roja, no solo se alivia el malestar físico, sino que también siento el amor profundo de mis ancestras que me guían y me sanan. Todas aquellas mujeres sabias que han transmitido por generaciones el valor de las plantas medicinales. El aña pë’kë majoro permite mantener viva la conexión con mis raíces y la memoria Siekopai. 

Palo de rosa - Aña Pë’kë Majoro

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Historia por: Limber Payaguaje 

 

El mal aire es un padecimiento del cuerpo, provocado por un espíritu maligno. 

Los abuelos tratan este mal con una semilla que se llama “huatiduri”. Este conocimiento ancestral viene desde 1960. En esa época había enfrentamientos espirituales entre diferentes nacionalidades. Se atacaban entre ellos mandándose el mal viento. 

Los taitas conocieron la cura de este mal por medio del yajé. 

Esta medicina se prepara machucando las semillas y mezclando con un poco de agua. 

Después de darle la medicina a la persona con mal aire, se le lava el cuerpo para que salga todo el mal. 

Los abuelos me enseñaron esta medicina de huatiduri para compartir esta sabiduría del territorio ancestral Siona. 

Huatiduri

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Coordinación: Michelle Gachet
Historias: Aneth Lusitande, Daris Payaguaje, Judy Payaguaje, Morelia Mendúa, Magdalena Quenamá, Tamara Alvarado, Milena Piaguaje, Limber Piaguaje
Edición de textos: Alejandra Alzate
Traducción: Christopher Curran
Edición de audio: Michelle Gachet
Mezcla de sonido: Nando Vega
Ilustraciones: Mario Salvador
Diseño Web: Omar Bodadilla
Apoyo en la preproducción: Nicolás Kingman

Sobre el autor

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