¡La Voz es Nuestra!: Siete mujeres indígenas amazónicas narradoras de historias y el derecho a la propia expresión 

Posted by Alianza Ceibo
03/05/2024 | Nuestras Historias

Desafiando las amenazas e intentos por silenciar sus voces, mujeres indígenas están contando sus propias historias. 


En nuestro mundo, ¿Quiénes logran hablar por sí mismos y quiénes hablan por otros? ¿Cuáles historias se cuentan y cuáles son silenciadas? 

Durante demasiado tiempo, las comunidades indígenas han enfrentado niveles perversos de violencia colonial,  “justificados” mediante el racismo, la supuesta supremacía y la imposición de la “civilización”. Esta violencia continúa hasta nuestros días, en todas las esferas y un área en la que es particularmente visible es la de los medios dominantes de comunicación. Las voces indígenas, sus perspectivas y visiones del mundo son rutinariamente ignoradas o invisibilizadas, ya sea en las cadenas nacionales de televisión o en los periódicos internacionales. 

Esta anulación se exacerba por el hecho de que los comunicadores y líderes indígenas siguen enfrentando consistentes amenazas a su vida y a su seguridad. 

En un mundo en el que la libertad de palabra y  de expresión están siendo constantemente restringidas por los medios dominantes de comunicación, la censura gubernamental, las directrices de las redes sociales y la violencia física hacia los comunicadores, es crucial suministrar y proteger plataformas que reflejen las diversas cosmovisiones y arrojen luz sobre las luchas de los pueblos indígenas. 

A través de los años, en Amazon Frontlines y la Alianza Ceibo, hemos hecho del amplificar las voces y perspectivas de las comunidades indígenas una de nuestras prioridades fundamentales. Desde 2019, hemos sido anfitriones de la Escuela de Liderazgo y Narración de Historias, entrenando y apoyando a jóvenes indígenas cuentahistorias. Durante los últimos dos años la escuela ha hecho particular énfasis en entrenar a jóvenes mujeres indígenas, y en invitar a jóvenes artistas indígenas a liderar los talleres que puedan inspirar a nuevas generaciones y resonar en ellas. 

Cada participante en la escuela construye sus propias habilidades, al involucrarse de manera directa con los mentores, y desarrolla sus propios proyectos personales, trabajando en una gama de formatos, desde las películas documentales hasta la fotografía. La escuela anima a jóvenes comunicadores – de las naciones Siekopai, Siona y Ai Cofán – a narrar sus vidas y culturas bajo sus propios términos, inspirados en sus territorios ancestrales. 

Como lo explica la videógrafa y coordinadora de la escuela Michelle Gachet: “Durante muchos años, los fotógrafos y videógrafos eran contratados en las grandes ciudades y en otros países para contar las historias de la Amazonía. Las voces de los pueblos que viven en la Amazonía raramente eran tomadas en cuenta. La Escuela de Narración de Historias ofrece  herramientas a los guardianes del territorio -quienes conocen los problemas que atraviesan sus vidas diarias, quienes crecieron escuchando a sus abuelos- de tal forma que ellos puedan tener control sobre las narrativas y enfocar el lente en lo que es importante. Cada compañera tiene historias complejas para contar y para imaginar. Ellas son las voces que se están descubriendo a sí mismas, confrontándonos, y preservando sus recuerdos”.

Muchos de los trabajos producidos por las jóvenes cuentahistorias se presentan primero en sus propias comunidades, antes de ser exhibidos en otros espacios donde puedan alcanzar audiencias más amplias. Más recientemente, en noviembre de 2023, la última promoción de la Escuela de Narración de Historias presentó sus trabajos en el festival Gente de Río, que presentó películas en varios pueblos a lo largo y ancho de la Alta Amazonía. Algunos de los proyectos finales también fueron presentados en el Festival Kanua, el primer festival flotante de cine amazónico completamente impulsado con energía solar. 

Queremos darte un vistazo detrás de cámaras de algunas de las increíbles estudiantes de la Escuela de Narración de Historias. Aquí están las historias de vida y los proyectos creativos de siete mujeres indígenas amazónicas cuentahistorias. 

 

Tamara Alvarado es de la comunidad A’i Cofán de Avi’e y es madre de tres hijos. Realizó el video corto “Yo también soy”. El protagonista es un niño Cofán nacido en la ciudad, que desea conocer a su abuelo, un gran sabio, y busca reconectar con su cultura y su territorio. 

Como explica Tamara, “Quiero contar de nuevo la realidad de muchos niños indígenas que crecen en un lugar lejos de sus raíces por varias razones, tales como la de poder acceder a educación de calidad, de la que con frecuencia carecen las comunidades indígenas. Estos niños necesitan, sin embargo, tener una conexión con el territorio, necesitan renovar su espíritu en los ríos, en las cascadas, o simplemente entender la vida en la selva”. A través de su trabajo, Tamara desea llevar un mensaje de consciencia tanto a indígenas como a cucamas (personas no indígenas), para que los primeros “sigan preservando sus formas de vida, sus visiones del mundo, y no pierdan lo que nuestros ancestros nos dejaron”. 


 

Daris Payaguaje es una artista de 22 años de la comunidad Siona Ba’i de Aboquëhuira que se especializa en fotografía. Su proyecto lleva el nombre de “Bo’sa”, que significa achiote. Daris usa la tintura de color que provee esta fruta para intervenir retratos familiares incorporando símbolos ancestrales en sus rostros. 

“En tiempos antiguos los símbolos eran representaciones de belleza, de valentía, de guerra u otras actividades”, explica Daris. “En la actualidad solo se pintan para eventos y ceremonias importantes. Fue difícil encontrar información más profunda acerca de los símbolos que se pintan, puesto que en mi generación se están perdiendo muchas tradiciones como la pintura facial Siona. Espero que la gente joven de mi nacionalidad los aprenda, los guarde en su memoria, les pregunten sobre ellos a sus abuelos y también transmitan a generaciones futuras que estamos comprometidos con la resistencia constante al colonialismo”.


 

Milena Piaguaje es una jóven Siekopai de 19 años de la comunidad Secoya Remolino cuyo trabajo “Shigra, la memoria de las manos” es una corta película de ficción inspirada por su coexistencia con su abuela y el conocimiento que ella le ha legado. La película surgió del deseo de Milena de reflejar en cámara qué tan pronto quedarán ya muy pocas abuelas sabias, y cómo su consejo se está perdiendo gradualmente. Para Milena, este proceso de narración de historias es también una oportunidad para alzar su voz contra la violencia de género al interior de sus comunidades. 

“A nosotras las mujeres nos ven como personas que no pueden hacer nada. El machismo está presente, y por eso es tan importante que como mujeres tengamos un espacio para contar nuestras propias historias. He visto cómo a varias mujeres las tratan mal, lo que es muy doloroso, entonces mi meta es involucrar a más mujeres para que se nos unan, para que así podamos ganar fuerza y contar nuestras propias historias”. 


Jennifer Yurani Benavides es una mujer indígena que vive con su hijo y su madre en la Reserva indígena Siona Buenavista en el Putumayo, rodeada de la riqueza de la naturaleza y de las enseñanzas de sus ancianos. Su trabajo es una audio historia llamada Iti Paiko, que trata de una mujer que nació con un gran conocimiento de la medicina tradicional. Jennifer desea revivir esta historia y, con ella, el conocimiento y sabiduría de las mujeres, explorando sus roles e importancia para los pueblos indígenas y los rastros que dejan en sus vidas cotidianas. Jennifer obtiene inspiración para este trabajo de un sentimiento de asombro reverencial; explica que “cada historia que nos cuentan nuestros ancianos son nuevas experiencias que permanecen muy profundo en nuestras vidas. Estas son cosas que te llenan de asombro con cada palabra”. 

“Como mujeres indígenas, somos protectoras y guardianas de nuestros valores culturales y nuestros territorios. Queremos contar historias porque no hemos sido en realidad reconocidas y valoradas en nuestros territorios. Somos vulnerables, pese a enfrentar maltrato y discriminación, y que con frecuencia recibimos violencia espiritual, continuamos fortaleciendo nuestro conocimiento ancestral y dejando huellas para las nuevas generaciones de nuestros territorios, para que ellas puedan ver cómo hemos estado luchando. Aspiramos a inspirar, a fortalecer a cada persona para que puedan decir: Sí podemos como mujeres indígenas”. 


Aneth Marlene Lusitande Zambrano, de 24 años, pertenece a las naciones Siona-Secoya y vive en la comunidad de San Victoriano. Su proyecto es una audio historia de ficción, en la cual Aneth crea el mito de la Diosa Rutayo, quien daría origen al idioma Paico’ca, que les permite a las nacionalidades Siona y Secoya comunicarse entre sí. 

“El idioma es un medio que nos permite identificarnos como nacionalidad y a la vez nos ayuda a comunicarnos entre nosotros. Mi proceso involucró el crear un mito con mis propias ideas e imaginarme a la Diosa dando a luz al idioma. A través de esta historia, quiero dejar que el mundo sepa que las nacionalidades Siona y Siekopai aún mantienen su identidad a través de elementos tales como el milenario idioma Paico’ca, y sensibilizar acerca de qué tan importante es esto para nosotros”.


Morelia Mendúa es una jóven mujer A’i Cofán de la comunidad de Sinangoe, que hace parte de la Guardia Indígena Sinangoe, y se especializa en video. Su trabajo es un documental corto llamado Ki’an Pushesû (Mujer Guerrera), un retrato de la líder Indígena Alexandra Narváez, la primera mujer guardia Indígena y ganadora del premio internacional Goldman. 

En su trabajo, como lo describe Mendúa, ella quiere “mostrar todo de lo que son capaces las mujeres y cómo son fuertes para hacerlo. Necesitamos alzar nuestras voces; ya hemos permanecido en silencio durante suficiente tiempo». Reflexionando sobre la escuela, Morelia piensa que: “gracias al entrenamiento pude hacer mi trabajo y contarle al mundo sobre él, tuve el apoyo del pueblo y de mi comunidad, y estoy orgullosa de haberlo hecho».


Magdalena Quenamá es una mujer A’i Cofán, madre, hija y hermana de la comunidad Dureno. Como lo describe, su vida es la selva Amazónica, a la que ella ama y que la llena de determinación para defender su territorio. Su película corta de ficción se llama «Chimindi Ath’epa» (Visión de Chimindi) y es una historia sobre las visiones -acerca del pasado, el presente y el futuro- para proteger la selva. Para contar su historia, Magdalena contó con el apoyo de toda su familia que actúan en los papeles protagónicos de la historia. 

“Con esta historia he querido narrar qué tan importante es la selva para nosotros. En mi comunidad tenemos muchos conflictos con las compañías petroleras, entonces yo quería mostrarlo a otras nacionalidades y comunidades para que cuiden de sus territorios. Como mujer indígena, me identifico y me conecto con la selva y deseo contarle al mundo exterior más historias sobre la comunidad para que sepan de nuestra existencia y de la manera como vivimos, y de cómo en nuestro territorio lo tenemos todo. Me siento orgullosa y feliz de haber hecho este trabajo y de que esté siendo exhibido”. 


 
 
 
 
 

 
 
 
 
 

 

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