Agua limpia y vida digna

16/10/2017 | Sistemas de Agua, Waorani

Cuando llegaron los evangélicos al Parque Nacional Yasuní en los años cincuenta, se llevaron a los Waorani a Teweno, un asentamiento fundado por los misioneros en el cantón de Arajuno en la Provincia de Pastaza, dejando vía libre a las compañías petroleras que empezaron a abrir carreteras para realizar actividades extractivas.

Años después, a lo largo de la Vía Maxus — una carretera construida hace más de veinte años por la empresa petrolera Maxus en el bloque que pertenece actualmente a la empresa Repsol YPF — fueron desplazadas varias comunidades de la nacionalidad Waorani para explotar la fuerza laboral de los hombres como obreros en la instalación de tuberías o como macheteros en la construcción de las vías. Hoy día, las condiciones apenas les permiten sobrevivir; entre la dependencia y explotación de mano de obra, se generó un círculo vicioso.

La situación de acceso al agua potable es crítica, ya que las mismas empresas petroleras tienen el control de las fuentes de agua y, en treinta años de explotación petrolera en el Yasuní, ni siquiera prestan un servicio de agua digno. Asisten a las comunidades con alternativas que, en vez de compensar, dificultan más sus vidas. Tres veces al día pasan por las comunidades los buses que llevan a los trabajadores que van a empezar su jornada. En estos mismos buses deben subirse mujeres y niños con galones en sus manos para ir a recoger el agua en los campamentos petroleros, a 40 minutos de las comunidades. De ahí, se entrega el agua por una manguera que los operarios pasan por entre las mallas de la reja que encierra al campamento.

Los petroleros crearon una dinámica de dependencia muy fuerte que controlaba el acceso al agua, gestionando la entrega de comida en las comunidades y ofreciendo trabajo en condiciones deplorables.

La distribución de alimentos es muy similar a la del agua. Tres veces al día llega un bus a las comunidades y pita; al oírlo, la gente debe salir a recibir unas tarrinas que están compuestas por alimentos industrializados que muchas veces son sobras de los trabajadores de los campamentos petroleros. Poco a poco, la cantidad de comida que se entrega ha ido reduciendo, hasta una tarrina por familia que no alcanza para todos. Obviamente, cuando los buses no pasan, las comunidades no tienen de donde sacar para comer o beber.

Fue debido a este tipo de asistencia que la gente empezó a cambiar; ahora son más sedentarios, abandonan sus chagras, los hábitos alimenticios cambian y eso tiene un impacto fuerte sobre su salud. La basura se acumula en las comunidades debido a los empaques de comida y esto ha generado problemas sanitarios graves, además de cambios culturales profundos con la disolución de los lazos comunitarios, lo cual facilitó el ingreso y consumo de bebidas alcohólicas, de drogas y hasta la aparición de la prostitución. En la actualidad, nos preocupa como se ha multiplicado el abuso y acoso hacia las mujeres, tanto como el creciente desinterés de los jóvenes por la cultura ancestral Waorani, lo que implica la pérdida de nuestras tradiciones y a largo plazo, de nuestra identidad.

Otro gran problema que han traído consigo las exploraciones petroleras es el acceso y la movilidad restringida dentro del territorio. Todo el parque Yasuní está en manos de las empresas petroleras, para ingresar hay que pedir una autorización previa a las empresas junto al Ministerio de Ambiente, tener papeles en orden y no llevar ningún equipo audiovisual. De otro modo, los militares y los guardias privados de las empresas no dejan entrar a nadie. Según los petroleros, así se puede prevenir el ingreso de colonos en el territorio y tener más seguridad. Aunque sabemos que ellos son los que colonizaron nuestro territorio, los que destruyen nuestra selva, contaminan nuestros ríos y encarcelaron nuestra libertad.

El abastecimiento de agua potable mediante la filtración de agua de lluvia es un paso importante hacia el empoderamiento de mi nacionalidad Waorani — y una manera de hacerle frente a la dependencia generada por las petroleras. Con el apoyo de la Alianza Ceibo, empezamos en 2014 la instalación de más de 20 sistemas de agua en las comunidades de Guiyero, Ganketapare y Timpoka, ubicadas en la Vía Maxus.

Oswando Nenquimo
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Oswando Nenquimo

Equipo Waorani