En agosto de este año, más de 50 jóvenes y ancianos de la nacionalidad siekopai remaron unos 160 km por el Río Aguarico, en un viaje histórico al corazón de su territorio ancestral, Lagartococha, en la frontera entre Perú y Ecuador. Este viaje marca un importante avance en la lucha de los siekopai por recuperar las tierras sagradas de las que fueron desplazados a la fuerza durante la guerra entre Perú y Ecuador en 1944, y a las que han intentado regresar desde entonces.
En la siguiente historia, Jimmy Piaguaje y Ribaldo Piaguaje (fotógrafos de la nacionalidad) comparten momentos y recuerdos de su increíble viaje al origen espiritual de los siekopai.
El Río Lagarto, serpentea uniendo varias lagunas de agua negra que reflejan el paisaje de la selva como un espejo escondido en lo profundo de la amazonía, en la frontera de lo que ahora son Ecuador y Perú. Este territorio es el centro espiritual de nuestros ancestros, es la cuna de los bebedores de yajé y la conexión con el mundo acuático. Es el lugar de origen espiritual de nuestro pueblo, los siekopai.
A partir de la guerra entre Perú y Ecuador en 1941, nuestra gente sufrió un desplazamiento forzoso, muchas familias fueron separadas y como pueblo quedamos desarraigados de nuestro territorio. Actualmente en Ecuador, vivimos en un espacio reducido, rodeados por petroleras, carreteras y la industria de la palma africana.
Pero los siekopai siempre hemos mantenido viva la memoria de Lagartococha. Allí descansan los huesos de nuestros antepasados y todavía podemos escuchar de los abuelos, las historias de sus viajes hacia Lagartococha; por eso estamos reclamando al Estado ecuatoriano que reconozca nuestro derecho al territorio ancestral. Varias generaciones, hemos luchado para cumplir el sueño de nuestro pueblo de volver a su territorio originario.
Así iniciamos este viaje con el propósito de demostrar que nuestra lucha es sincera y para que los abuelos compartan con nosotros su conocimiento, las historias y las leyendas que existen dentro del territorio y para que los jóvenes recuperen la conexión con el mismo.
Todas los días, temprano en la mañana, nos despertaban las voces de los abuelos, llamándonos a la toma de yoko para darnos ánimo y fuerza para continuar el viaje. Fue un viaje donde las tradiciones culturales eran acompañadas por historias y consejos de los mayores.
Lagartococha es un lugar mágico, lleno de vida, donde encontramos una espesa selva con una gran variedad de animales. Por eso para nosotros Lagartococha no es sólo un lugar de importancia espiritual sino también de subsistencia. Allí podemos encontrar muchas plantas medicinales, recolectamos frutos del bosque y pescamos para alimentar a nuestras familias.
es nuestro territorio, nuestra sangre, nuestro lugar de nacimiento, la base de nuestra cosmovisión. Los huesos de nuestros antepasados descansan allí. Desde 2017, hemos exigido que el gobierno ecuatoriano nos otorgue la propiedad de estas tierras. Tenemos evidencia legal, geográfica y antropológica que demuestra que este territorio de 100,000 acres es nuestro. Hoy, solo quedan 600 Secoya en Ecuador y estamos en riesgo de desaparecer cultural y físicamente ”.
– Justino Piaguaje, líder de Siekopai y presidente de la nación de Siekopai de Ecuador
En el viaje había niños y jóvenes que nunca habían conocido Lagartococha y para ellos fue toda una experiencia escuchar tantas vivencias de los abuelos en esos lugares llenos de historia. Además, hubo mucha felicidad en el momento en que algunas familias de Perú se pudieron reencontrar con sus familiares del lado ecuatoriano.
Después de 5 días de compartir entre familias, de visitar sitios de comunidades antiguas, cementerios y sitios de casas ceremoniales de nuestra nacionalidad, de escuchar vivencias de nuestros padres y abuelos, nuestro viaje terminó en la legendaria Ñakomasida, laguna donde viven varios seres y espíritus del mundo acuático.
El viaje a Lagartococha quedará grabado en la memoria de los jóvenes y niños. Son los primeros pasos que damos como nacionalidad para recuperar esta memoria y unir a nuestro pueblo, para que los abuelos puedan dejar el legado a sus nietos y que ellos puedan mantener esa conexión espiritual con el territorio original. Nosotros como jóvenes, continuaremos la lucha por recuperar nuestras raíces para que las generaciones futuras no olviden y comprendan lo que realmente significa ser siekopai.